Una vez más.
Hasta que un pensamiento vuelve a tu mente. Tu cuerpo, vacío y frío aún, no siente nada ya, pero la cabeza no se libra de pensar en todo aquello que tanto querías bloquear y no puedes. Ahora no. Vuelves a ver esa imagen. Vuelves a verla, a ella. A ver todas las noches en vela donde, entre palabras entrecortadas y caricias noctámbulas, le susurrabas tres mil de tus cinco mil defectos a la oreja. Y ella, tranquila y quieta, te desmontaba con dos palabras, ocho letras. ¿La recuerdas? Y tanto que la recuerdas. Ella, única capaz de, sin abrir la boca, dejarte sin habla, de hablarte sin soltar palabra, de hacerte olvidar todas las noches en una sola velada bañada en gemidos y la respiración entrecortada, o entre risas y miradas. Y ahora, sólo el silencio que te da tu almohada.
"Ojalá pudieses olvidar a la persona que más te importa", piensas, pero ejercer el olvido voluntario es imposible. "Ojalá. Ojalá hubieses hecho algo que cambiará las cosas, que las cambiara de verdad", piensas una vez más, pero el pasado pasado está. O eso dicen. Igualmente, ya nada lo puede remediar. Así que sigues, sigues corriendo calle abajo. Sigues corriendo sin destino ni sentido, buscándote a ti mismo. Sigues corriendo como si eso solucionase el que ella ya no está, el que ella no volverá. Como si eso solucionara algo de todo este sinsentido, de todo lo vivido que jamás volverá a pasar. No consuela saber que el destino, y sólo el destino, jugó mal y ella, aunque no sólo ella, lo tuvo que pagar. Quizá mañana la vayas a visitar una vez más aunque, ¿qué más da? Si cada noche la ves, y la verás al cerrar los ojos.
Y ella que pensaba que tú eras su mayor apoyo, que sin ti no lograría pasar todo eso, que tú eras el fuerte en todo aquello, que tú eras su salvación y su anhelo. Cómo se equivocaba, sin creerlo, sin quererlo. Ella era el fuerte y, a veces, único pilar que te sostenía. Fuerte antes y después de su desgracia, fuerte al reír y alegrarte en cualquier circunstancia. Aunque tú. Tú sigue maldiciendo el cáncer y todo lo que lleva detrás. Por dejarte atrás. Por no dejarte en paz. Por no librarte y agraciarte con mil noches más, mil sonrisas que contagian mil más, mil besos que desperdiciar. Sigue maldiciendo y hablando sin hablar, callando una vez más. Sigue corriendo en un intento de calmar y callar tus pensamientos, una vez más.